domingo, 9 de marzo de 2014

+2

2, de momento, pero suficientes para darme con el techo. 

Desde que empecé mi relación con mi actual pareja, es decir, conmigo mismo, he sufrido bastantes altibajos. El peor de ellos, ha sido al comprobar algo espeluznante, que no esperaba de él. 

Señoras, agarrense las enaguas: Jokin, ese ser a quien consagré mi vida y a quien creía conocer tan bien es, ni más ni menos, que heterosexual. Sí señores: a mi pareja le gustan las mujeres, y de hecho, me ha confesado que ha salido últimamente con una fémina. (Y donde digo "últimamente" léase "ahora mismo"). 

Es dificil encontrar palabras para describir mi aturdimiento actual. Comencé mi aventura con Jokin esperando una relación de fidelidad, queriendo que la relación se prolongase mucho en el tiempo. Cuando dí el sí quiero ante el altar, en absoluto atisbaba la posibilidad de que algún día Jokin entrase en el armario, rechazando su amor por la hombría y las barbas. 

Pues nada. Dos cuernos como dos rascacielos, y aún tiene la desfachatez de confesarme que  ha encontrado una persona muy especial. ¡Y que le ha regalado galletas, dice! 

Diría aquello de que "espero que sigamos como el primer día" pero mentiría. No quiero ya saber nada de mi marido. Es más, creo que yo también probaré a ser heterosexual por un tiempo. Se va a enterar. Sin ir más lejos, ahora mismo he quedado para comer con su novia, "y lo que surja". 

Me extendería más contandoos mis planes, pero tampoco es cuestión de llenar el blog de contenido para mayores de 18. En resumen, que Jokin tiene la culpa de todo.




Puedes leer aquí la entrada original.

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