domingo, 9 de febrero de 2014

Fiesta de No-Cumpleaños

¿Para mí? ¡Para tú!

Ayer mis amigos me agasajaron con una fiesta sorpresa de No-Cumpleaños, y es que no todos los días puede uno decir que no cumple 36 años. A las 6 de la tarde dio comiendo la merienda-cena amenizada con juegos que me habían preparado.

Como curiosidad, apuntar que una de las asistentes casualmente sí que cumplía años ese día ; pero todo el mundo sabe que no no se puede comparar un cumpleaños común con un no-cumpleaños, que siempre es ocasión de festejo. Así que no había duda posible: la fiesta era para mí.

Los asistentes tuvieron a bien presentarse con un montón de regalos, que me apresuré en abrir: un planisferio en formato caleidoscopio; varios libros de repostería; una máquina para hacer cupcakes, otra para hacer dónuts, moldes para bombones en forma de corazón, "El sueño del Fevre" en formato cómic, el libro "las cenizas de Ángela" y un simpático juego de mesa llamado "El Casero", del que ya hablaré en otra entrada.

Sin duda, conocedores de que necesitaré aprender a cocinar cuando finalice la Operación Nuevo Nido, mis invitados han decidido amablemente ayudarme en esta misión, lo que siempre se agradece. Sin embargo, debo destacar que noté cierta estupefacción por parte de los presentes cuando desenvolví los regalos, aunque no me explico a qué pudo deberse.  También añadiré que detecté cierta indignación por parte de la cumpleañera cuando lo hice, probablemente por envidia, ya que todos los regalos iban claramente destinados a mí persona (aunque es cierto que los asistentes podrían haberle llevado algún detalle, teniendo en cuenta que puso la casa y hasta me preparó dos tartas).

Se sirvieron sendas tortillas de patatas, picoteo variado y dos tartas; aunque se confundieron con mi edad y tuve que retocar las velas para poder soplarlas en condiciones. Un fallo comprensible, no obstante, ya que siempre me dicen que aparento menos años de los que tengo.

Después de la merienda, juegos de mesa varios hasta que los asistentes empezaron a marcharse. Destacar lo agasajado que me sentí, y lo pendientes que estuvieron de mí durante toda la fuesta, como podrá apreciarse fácilmente en la fotografía que ilustra esta entrada.

Creo recordar que insistieron en que no me llevase los regalos, probablemente preocupados por la salud de mis espalda, ya que eran muchos y algunos de ellos bastante pesados. De todos modos, desoyendo sus consejos volví a casa cargado de regalos y deseando repetir la experiencia cuánto antes. Esta misma semana, de hecho, me consta que tres amigos más (Fran, Elba y Diego) están planeando organizarme otras tres fiestas similares; pero me haré el sorprendido igualmente, por cortesía.


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